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Hoy no abriremos las puertas de San Bartolomé, pero sí la de nuestros corazones nazarenos y le pediremos al Señor que todo acabe pronto. Que ÉL os bendiga.
El año que viene volveremos a llenar de capirotes morados la Vereda en la tarde del Domingo de Ramos.
Aplaca, Señor, tu ira.
Tu justicia y tu rigor.
Dulce Jesús de mi vida,
misericordia, Señor.